martes, 18 de mayo de 2010

Con un respeto reverencial por las personas...

Marcos amaba la naturaleza
Es una biografía con gusto a más, que leí de un tirón. Hay momentos de caos en su joven y adolescente vida, (indecisiones, inconformismo, existencialismo, etc.). Creo que común experiencia, en el crecimiento, de las personas en busca de conformar su personalidad. Con apenas un plumazo del joven que prometía ser, con carácter y determinación, no exento de profunda rebeldía, con sus pocos y jóvenes años.
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Con un respeto reverencial, por las personas, llámense padres, amigos, hermanos, vecinos o conocidos; de donde extrae su propia mini experiencia y la va atesorando y la comienza a desplegar a contramano del sentir generalizado de los de su misma edad, que en más de una oportunidad, simplemente, lo respetan pero no comparten sus ideas, su cambio. Podría haberse refugiado en los que sí ven la vida como él pero eso sería, para su joven ansia de vida, encerrarse y tal vez volar bajito. Pero sus ansias, lo impulsan a desplegar unas alas cada vez más grandes, quizás necesario, para emprender el viaje final que ni él ni nadie tenía imaginado. Y tal vez, solo tal vez, su amada naturaleza es ya una con él y seguramente en los que lo conocieron bien, lo sentirán así cada vez que dejen a su cuerpo, mente y espíritu descansar en contacto con la naturaleza. Lo sentirán en la brisa del viento, el arrullo del amanecer, o en los colores del crepúsculo… Porque independientemente de la creencia de cada cual, hay un ser universal que todo lo crea y nos acaricia con su magnifica creación.

Lis Sánchez
(Desde Murcia, España)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Recién acabo de leer el libro de Marcos Cerviño, esto no es un libro, es una vida, una maravilla. Es la vida de Marcos y la vida de la familia, del barrio, del país, de los amigos, ... Es una pasada.
El lenguaje, genial. Es casi una novela, donde se narra la vida de las personas, con un profundo perfume sobrenatural, con un lenguaje absolutamente universal. Creo que es un libro que no habla demasiado de Dios,porque no hace falta. Todo el texto está impregnado de divino, profundamente humano. Una pasada!
Después de leer el libro
me parece conocer mucho más a Aurelio, a Ramón, a Quela, y ... por descontado a Marcos. Mi más sincero y profundo agradecimiento a la autora Mónica Caudana y a la familia Cerviño.